Quieren que pensemos que el funcionariado es una casta parásita. Y ese pensamiento lo han conseguido encajar en nuestras mentes borreguiles. Han trabajado para que veamos a los parados como unos sujetos que sólo chupan del bote y no quieren trabajar… ¡Así va el país!
Los que viven de subvenciones, los del PER, los sindicatos, las empresas que maman dinero público… chusma chupóptera que ha llevado al país a la bancarrota. La educación pública que sólo sirve para malgastar dinero, la sanidad pública que es «demasiado» buena y costosa.
Menos mal que ha llegado el PP para solucionar esta situación y limpiar el país de vagos y maleantes. Lo primero, eliminar «Educación para la Ciudadanía». Lo segundo, el aborto. Lo tercero, una Reforma Laboral que abarata el despido pero que, en palabras de la Ministra de ¿Empleo?, hay que confiar en los empresarios porque no tienen porqué acogerse a esas medidas de despido… la zorra a cargo de las gallinas, como se suele decir.
Y hoy, viernes de Dolores (¡ay, qué dolores!), se presentan los Presupuestos Generales del Estado. Que así, a grosso modo, recortan en cosas innecesarias de la casta chupóptera: Educación, Sanidad, Dependencia… ¡basta ya de Papá Estado!
También se recorta, pero mucho menos, en Defensa… que todos sabemos que es algo necesario para aplastar a los parásitos ciudadanos. Y a la Iglesia, a ella no se le recorta nada… porque ellos nunca chuparon del bote. Siempre han dado… y si ha hecho falta ponían la otra mejilla.
Hasta aquí la ironía.
La verdadera casta chupóptera española, de la que se habla muy poco, son los ricos, los de arriba, los mercados, los banqueros… como prefieras llamarlo, ya sabes a quién me refiero. Esos españoles de pro con cuentas en Suiza y muy poca vergüenza. Esa es la verdadera población parásita del Estado, que chupa, chupa… y no aporta.
¿Solución? ¡Amnistía Fiscal! Perdónalos, Rajoy, porque no saben lo que hacen… ¿Hacienda? ¿Qué era eso?
¡Ay de ti como se te olvide pagar algo, insensato! Que Hacienda somos todos, todos pero sólo los pobres, los de abajo, los proletarios, el ciudadano de a píe… como prefieras llamarlo, ya sabes a quién me refiero.
A los ricos se les perdona, a los pobres se les pide un ajuste de cinturón porque estamos en una «situación excepcional». ¿No querrás convertirte en Grecia? No, mejor en Islandia.
Y ahora ven y dime que no existe la lucha de clases, que la izquierda es anticuada y que todos somos iguales.